
Bienvenido a León Rampante, un reglamento de miniaturas simple diseñado para representar escaramuzas, ya sean históricas o basadas en películas, de corte medieval en un periodo que va desde la conquista de los normandos hasta la Guerra de los Cien Años aproximadamente.
Este periodo es ideal para partidas de escaramuzas, con unas seis unidades por mesnada, al ser una época de anarquía, feudos y constantes incursiones. Aunque se produjeron auténticas batallas (a menudo las guerras acababan gracias al asedio o la diplomacia), también se lucharon innumerables encontronazos bélicos, pequeños pero muy feroces, por toda Europa y Oriente Medio. León Rampante también permite representar a todos esos valientes escoceses, alegres forajidos con mallas verdes, heroicos aventureros, miembros de mesas redondas y escaramuzas de fantasía al estilo de la década de 1970 (¡pero no lo digas en voz muy alta!). Llegados a este punto, tendré que reconocer que las películas y obras de ficción han tenido tanta influencia sobre mi como las obras históricas más sesudas.
Además del propio reglamento de batallas, León Rampante ofrece una diversa lista de escenarios y un sistema de bravuconerías que permite a los jugadores escoger sus propias condiciones de victoria. Esto significa que puedes concentrarte en jugar el escenario y disfrutar de la partida sin verte acosado por docenas de pesadas reglas. Hemos intentado que las reglas no influyan en la escala de las miniaturas. Aunque la mayoría de jugadores prefieren ejércitos de 28 o 20 mm, los ejércitos de 15 mm son más baratos (pero también lucen menos).
León Rampante es un juego de ambientación medieval y no pretende ser una demostración detallada y erudita de los intríngulis del combate en un siglo determinado; he tendido hacia la abstracción y simplificación para facilitar un estilo de juego rápido y directo, en vez de crear reglas que tengan en cuenta detalles menores como los distintos tipos de cabeza usadas por las flechas del periodo. Dicho eso, una buena táctica siempre prevalecerá y los distintos escenarios impiden que los jugadores inicien su propia carrera armamentística por ver quién pinta antes más caballeros pesados.
El reglamento recompensa al jugador que emplee sus unidades de la forma táctica más correcta: los caballeros son ideales cargando en línea recta hacia el enemigo, pero menos útiles a la hora de proteger una caravana; los lanceros son útiles para muchas cosas, pero no destacan en nada; y teme a los arqueros si los encuentras a distancia, pero serán carne de cañón si logras acercarte a ellos. La confusión y el caos existente en el campo de batalla probablemente impidan que puedas usar todas tus unidades en cada turno de juego, así que deberás empezar a sopesar tus prioridades durante la partida, incluso antes de comenzar a montar la mesa.
Retirar las miniaturas de la mesa no indica, de forma obligatoria, una muerte rápida y violenta (aunque podría serlo, si así lo quieres…): algunos guerreros huirán del campo de batalla, otros habrán quedado incapacitados por sus heridas y el restó habrán muerto. Este proceso, en realidad, refleja la moral de la unidad y su capacidad real para seguir luchando, más que otros aspectos: si una unidad está por encima o debajo del cincuenta por ciento de su capacidad efectiva es muy importante en el juego.
Mis objetivos de diseño a la hora de crear León Rampante te permitirán ver por qué cada aspecto funciona del modo en que lo hace:
- Las partidas con caballeros deberían ser divertidas. El énfasis debe estar en que se trate de un juego con temática medieval, no una pesada simulación llena de detalles sobre el arte de la guerra medieval.
- No utilizar dados, cartas u otro material inusual… pues eso dificulta su accesibilidad a los nuevos jugadores.
- Mantener las reglas simples, directas y abstractas cuando sea posible: eso evita que los jugadores deban estar consultando el reglamento todo el rato.
- Partidas rápidas y mínima necesidad de apuntar cosas, facilitando así jugar varias escaramuzas en una única sesión.
- Obtener la sensación del periodo, ofreciendo distintos perfiles para las tropas; evitar reglas básicas complejas.
- Piensa en el combate a pequeña escala: refleja escaramuzas y no enormes batallas campales.
- Deja que sean los escenarios quienes impulsen el juego, usando condiciones de victoria interesantes para que la partida parezca una historia narrada. Otorga a cada jugador objetivos extras en cada escenario para que haya distintas formas de ganarlo.
- Ofrece una lista de ejércitos adaptable: nada de largas listas de tropas inmutables.
- Abraza los arquetipos medievales: los caballeros deberían ser obstinados, los lanceros osados, las tribus bárbaras feroces y la caballería ligera, ágil. Su representación puede ser abstracta, pero las unidades deben “parecer” lo que son.
- Crear un juego de escaramuzas medievales que sirva como excusa para llevar miniaturas pintadas de la forma más llamativa posible a la mesa.
Texto de introducción de León rampante, por Daniel Mersey. (C) de Osprey Publishing, reproducido con fines promocionales.
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